Don Manuel José Othón 1858-1906, poeta mexicano, nació en San Luis Potosí, el 14 de junio de 1858. Alfonso Reyes, como siempre agudo y afectuoso, nos ha dejado del poeta esta semblanza: "En la paz de las aldeas gustaba Othón de pasar la vida, donde es mas fácil salir al campo... Desvestido el ánimo de todo sentimiento efímero, vuelve a su profundidad sustantiva, toma allí lo esencial, lo desinteresado, que es a la vez lo superfluo de las imágenes del mundo, y vuelca sinceramente sobre el espectáculo de la naturaleza el tesoro de su más hondas actividades: la religión el deber, el gusto, el dolor de la vida.
II. Intempesta nox
Media noche. Se inundan las montañas
en la luz de la luna transparente
que vaga por los valles tristemente
y cobija, a lo lejos, las cabañas.
Lanzas de plata en el maizal las cañas
semejan al temblar, nieve el torrente,
y se cuaja el vapor trágicamente
del barranco en las lóbregas entrañas . . .
Noche profunda, noche de la selva,
de quimeras poblada y de rumores,
sumérgenos en ti: que nos envuelva
el rey de tus fantásticos imperios
en la clámide azul de sus vapores
y en el sagrado horror de sus misterios.
IV. El bosque
Bajo las frondas trémulas e inquietas
que forman mi basílica sagrada,
ha de escucharse la oración alada,
no el canto celestial de los poetas.
Albergue fui de druidas. Los ascetas,
en mis troncos de crústula rugada,
infligieron su frente macerada
y colgaron sus harpas los profetas.
Y, en tremenda ocasión, el errabundo
viento espantado suspendió su vuelo,
al escuchar de mi interior profundo
brotar, con infinito desconsuelo,
la más grande oración que desde el mundo
se ha alzado hasta las cúpulas del cielo.
VII. Las estrellas
¿Quién dice que los hombres nos parecen,
desde la soledad del firmamento,
átomos agitados por el viento,
gusanos que se arrastran y perecen?
¡No! Sus cráneos que se alzan y estremecen
son el más grande asombrador portento:
fraguas donde se forja el pensamiento
y que más que nosotras resplandecen!
Bajo la estrecha cavidad caliza
las ideas en ígnea llamarada
fulguran sin cesar, y es, ante ellas,
toda la creación polvo y ceniza. . .
los astros son materia... casi nada...
¡y las humanas frentes son estrellas!
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